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La Mochila





La Mochila

Las palabras quieren salir expresadas pero no encuentras la elocuencia para plasmarlas.  Es ese limbo donde no sabes como llevar un mensaje o decir lo que tu alma grita pero nadie se da cuenta.  Tal vez un mensaje que alguien necesite, o un deseo de soltar lo que siento es el peso del mundo sobre mis hombros.

¿Falta de inspiración? Tal vez. ¿Falta de interés, quizás, por escribir?  Y es que llevo tanto tiempo sin utilizar las palabras como medio de expresión en más de 2 líneas o otro foro que no sea una red social.  Necesito encender nuevamente esa llama que hace meses atrás existía y hoy pareciera que se está extinguiendo poco a poco.


Y es que mirando hacia atrás veo todo lo que he “perdido”.  Dejado atrás porque “no cabe en mi mochila”. Amistades, conecciones, conocidos, relaciones, en fin, todo lo que el designio del universo a querido remover de mi vida.  A pesar de que algunas veces siento nostalgia, la realidad es que no me hace falta. Pues cierto el dicho de “quién quiera estar, que esté. El que no, que se vaya.” Todo lo que no sirve o no nos ayuda a crecer deberíamos desechar.  

Por eso vuelvo a la analogía de la mochila.  Por el camino he ido recogiendo “cosas” que pensaba me serían de utilidad o que llevaría siempre conmigo como recuerdo de lo que fue.  Pero estas cosas hacen que vaya más lento en mi caminar, en mi trayecto hacia donde quiero llegar.  

Cansado de cargar con todo este peso en mi espalda, es cuando me siento a tomar un respiro y descansar.  Observar esa mochila tan llena de cosas que pareciera que fuera a explotar en cualquier momento de todas las cosas que he metido en ella. 

La abro y empiezo a sacar de ella todo eso que no me llena, que no funciona, que hace peso de más y quiere desgarrarla.  Entre situaciones, personas y pertenencias, son cosas que voy poco a poco sacando y alivianando la carga. Todo lo que recogí y hoy es innecesario en mi andar.  Que sirvió de algo en algún momento, pero hoy día es hora de dejar atrás. Dejarlas en ese suelo en el que me encuentro sentado y acomodar lo que sí es necesario para seguir mi camino.



Es en este suelo donde me encuentro donde medito si es necesario seguir recogiendo cosas por el camino que no me pertenecen, que crean un peso innecesario, que le pertenece resolver o recoger a otra persona.  Que no debo ser yo el único que va por el mundo tratando de salvar y guardarlo todo. Que está bien dejar algunas cosas donde están y seguir el rumbo.

Acomodando mi mochila encuentro el único artículo que si encuentro indispensable en mi andar.  Una libreta. Como siempre, quien me conoce sabe que siempre tengo una libreta conmigo. Es poder tener a mis manos la facilidad de anotar mi día a día y pensamientos para luego plasmarlos en lo que hoy pueden leer, o mañana.

La libreta.  Ese artículo que no falta y nunca faltará en mi mochila.  Nunca dejaría atrás, pues en ella escribo la historia según mis ojos.  Mi pasado para recordar algunas cosas y otras no repetirlas. Mi presente para dejar cada segundo en cada trazo que doy al papel.  ¿Y el futuro? Hojas en blanco en donde se escribirán historias por vivir y experiencias por las que pasar. Es en ella, la libreta, que puedo expresar quien realmente soy sin pena alguna.  Que a pesar de andar con ella, no siento el peso, pues sirve como forma de aliviarlo.

Luego de acomodarlo todo es hora de levantarnos y partir.  Seguir el sendero que nos queda enfrente. Una mochila más liviana, un peso más ligero, una espalda menos cansada.  Es el saber que luego de dejar aquello que nos atrasaba, nos pesaba y nos dolía, podemos seguir sin culpa, sin problemas, sin sentirnos mal por lo que puedan pensar sobre nosotros.  No es nuestro deber cargar con cosas que no son nuestras. Cada uno es dueño de sus motetes.


Carlos J. Rodríguez Muñoz

Agosto 8, 2019

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