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Reflexión: El Monje Que Vendió Su Ferrari de Robin S. Sharma


Reflexión: El Monje Que Vendió Su Ferrari
de Robin S. Sharma

Nunca e sido fan de los libros de autoayuda y los encuentro un poco aburridos y redundantes.  Pero no es hasta ahora, en mi proceso de sanación personal, emocional, mental, espiritual o como deseen llamarle, que me he puesto a leer unos cuantos, o mejor dicho, me han hecho leer.  Y este es uno de los que me leí.  Eso si, tarde dos meses por que en algún punto de esta “fábula espiritual” me aburrí y recordé que era más de lo mismo que siempre e escuchado y base de la mayoría de la filosofía en la que creo, pero en muchas ocasiones olvido practicar.

Este nuevo monje, acabado de iluminar en las montañas del Himalaya, casualmente lleva de nombre Julián.  Una de las cosas que me llamó la atención de la historia y la cual me hizo querer terminar el libro, aunque admito que los últimos capítulos fueron un tedio.  Pues digamos que soy algo como ese personaje al principio del libro.  Al igual que Julián, me “hundía progresivamente” y tenía ese “deseo de muerte” en el que no encontraba satisfacción en nada.  Perdía comunicación con personas que eran importantes en mi vida como amistades y familia.  Mis relaciones amorosas habían y aveces, sido un desastre.  Ese sentimiento de vacío y no saber tu lugar en el mundo o no encontrar la razón de las cosas.  Nada me llenaba.

Por eso decidí alejarme de lo que me estaba afectando en ese momento, además de mi ruptura amorosa, mi trabajo.  Me consumía de tal forma que no encontraba el tiempo para mi.  Y aunque pedía tiempo y sabían de mi condición, siempre era cuesta arriba poder tener ese tiempo libre para dedicarme a sanar interiormente.
 
Así como Julián renunció a la abogacía, me vi tentado a renunciar a mi trabajo y lo único que me detuvo fue que no poseía los millones que este abogado tenía para embarcar tal travesía.  Pues analizando mis cuentas y situación financiera, podía darme el lujo de estar fuera de mi trabajo al menos un mes, máximo dos meses.  Y lo hice.  Pedí todo el tiempo libre que pude para trabajar en mi.  No lo niego, fue la mejor decisión, pues librarme de ese factor estresante era una carga menos en mi vida.

Puede meditar un poco sobre mi vida y reflexionar sobre donde mis acciones me han traído.  APrendiendo también que el fracaso es un “mal necesario” para poderte ayudar en tu crecimiento personal o espiritual. Es aprender de todas esas experiencias y seguir adelante.  Total, ya es pasado.

Una de las preguntas que trae Julián a la mesa es “ ¿Cómo ocuparse de los demás si uno no se ocupa de sí mismo?”.  Algo que siempre me pasa.  Me olvido de mi, para entregarme a la otra persona, a tal punto que olvido vivir por mi.  Y otra pregunta importante: “¿Cómo hacer el bien si ni siquiera te sientes bien?”, es la que más me pegó.  No se puede obrar bien si no lo siento, si estoy hecho una tormenta por dentro, no puedo brindar mi luz a nadie.  Eso de si no te amas a ti mismo, ¿cómo pretendes amar a los demás?

Y es como él dice, “cuando el alumno está listo, aparece el maestro”.  Nada más cierto que esto, pues en los últimos meses me han llegado las personas necesarias para ayudarme a dar un cambio en mi forma de ver el mundo, en mi vida.  Tal vez no de sabios del Sivana, pero de sabios en sus propias vivencias.

Al igual que Julián, necesitaba curarme por dentro.  Sanar y dejar ir todo ese rencor y coraje hacia las personas que me lastimaron, que se había anidado en lo más profundo de mi alma y convertido en la sombra de lo que alguna vez fui.  Necesitaba volver a amarme, amar las cosas que hacía, encontrar mi norte, abrir mi corazón y mi mente nuevamente.

Como cita el libro a Carl Jung “la visión sólo llega a ser clara cuando uno puede mirarse el corazón.  El que mira hacia afuera, sueña, el que mira hacia adentro, despierta”.  Y cierto es, buscando dentro de mi, es que voy encontrando las respuestas a muchas de mis situaciones.  Enfocándome en las áreas donde había perdido el interés, es cómo lograría volver a mi camino.  En este caso buscando en mi espiritualidad.  Y es que cada quién trabaja consigo de la forma más conveniente.

Y es por eso que trabajando conmigo, buscando la forma de tener más pensamientos positivos que negativos, sigo creciendo en estos momentos, tanto personal como espiritualmente ya que e decidido enfocarme en ese último aspecto de mi vida.  Una vez comience a cambiar mi forma de pensar y enfocarme en lo que verdaderamente importa, todo será distinto.  Todo es distinto.

Lo que mostramos al mundo solo es un reflejo de lo que llevamos por dentro.  Y soy fiel creyente a eso.  Si estamos moribundos y faltos de vida en nuestro ser, se reflejará en nuestro físico y las acciones que llevamos a cabo.  Hay que buscar hacer las paces con nuestro Yo interno para apaciguar esa voz que nos hace creer menos en nosotros.

Poniendo otro ejemplo del libro, “para superar el dolor, primero hay que experimentarlo...”, “...no se puede saber lo que se siente en la cumbre de la montaña si antes no has visitado el más hondo de los valles”.  Y es que esto ha dado en el clavo.  No es hasta que tienes una pena tan grande y profunda, que puedes apreciar luego lo bueno y “maravilloso” de haber salido de dicha situación.  Hay que poner todo en perspectiva y ver cada cosa como una lección.  Es “acondicionar la mente para traducir cada elemento en uno positivo…”

Como nos menciona Julián, debemos vivir de nuestra imaginación y no de nuestros recuerdos ya que, según él explica, “las cosas son creadas dos veces: primero en el taller de la mente y después en la realidad”.  Es utilizar ese poder del pensamiento, esa imaginación para crear un momento pleno o como diría Don Miguel Ruiz en sus cuatro acuerdos, “lograr el cielo en la tierra”.

Como se siente John, me llegué a sentir y algunas veces así me siento.  Perder de vista los sueños cuando crecemos y solo resignarnos a actuar como nos exige la sociedad por x o y razón.  Decidimos renunciar a lo que verdaderamente nos hace feliz y solo hacemos lo que se espera o solo por hacerlo.  Es por eso que Julián alienta a John a ser como un niño, nos dice que pensemos como cuando lo éramos.  Es en ese momento , “cuando desempolvas tus sueños” que vuelves a ver el mundo de otra forma.

Nos comparte también una frase de un filósofo indio llamado Patanjali:

“Cuando te inspira un objetivo importante, un proyecto extraordinario, todos tus pensamientos rompen su ataduras; tu mente supera los límites, tu conciencia se expande en todas direcciones y tú te ves en un mundo nuevo y maravilloso.  Las fuerzas, facultades y talentos ocultos cobran vida, y descubres que eres una persona mejor de lo que habías soñado ser”.

En mi momento esto se traduce a lo que hago actualmente.  Escribir en este blog y usar este medio para dejar fluir mis emociones y romper las barreras que me e impuesto.  Necesito y tengo esa sed de ser extraordinario.  Y es por eso la razón de este proyecto que me impulsa a seguir escribiendo, aún cuando sienta que casi nadie o nadie me lee.  Puede que entre mis palabras alguien encuentre las respuestas que buscan.  Somos nosotros quienes nos creamos dichas barreras.

Es por eso que sigo mencionando a Julián, pues nos dice que nuestra pasión debe mejorar la vida de los demás o servirla de alguna manera.  Es por medio de este acto, un acto desinteresado por ayudar, que volvemos a la grandeza y llenura de nuestro espíritu.  Utilizar esas energías para ayudar a las personas en nuestro camino.  Así es como creceremos y encontramos nuestra misión en la vida.

Debemos imaginarnos como queremos ser, como los sabios de Sivana observaban.  Si querían más alegría, se imaginaban sonriendo y riendo.  Es por eso que debemos utilizar ese gran poder de la imaginación y ponerlo en acción.  Después de todo, somos lo que pensamos.  Es lo que te proyectas lo que serás.  SI piensas que eres mediocre, lo terminarás siendo.  Es una de las cosas en las que trabajo diariamente.

Otra de las enseñanzas que se puede sacar de este corto libro, es que no debemos buscar superar a nadie, sino a nosotros mismos.  Olvidar las opiniones de los demás y trabajar para luchar cada día y ser diferentes.  Buscar hacer ese impacto en uno y luego en los demás.  APrender  que la fatiga no es más que una creación mental y que si nos ponemos metas y realmente queremos lograrlas, podemos sacar esa “reserva de energía” para lograrlo.

Es por eso que buscar mejorar la vida de los demás, la vida de uno mejora y “se eleva a las más altas dimensiones”.  No es que se infle nuestro ego, es el ver el impacto positivo que hacemos en las demás personas y eso nos engrandece.

Cuando tienes metas claras y sabes a donde quieres llegar, es un viejo principio para estar “esclarecido”.  Julián lo menciona muy claro:

“...cualquiera puede revolucionar su vida si primero revoluciona la dirección hacia la que se mueve.  Pero si no sabes siquiera adónde vas, ¿cómo saber si has llegado?”

Debemos plantearnos metas claras y saber planificar para tener ese éxito que deseamos.  SIn esto, no podemos llegar a ningún lado.

Según Julián, los monjes de Sivana tenían un método de cinco pasos para hacer realidad el propósito de sus vidas.  Estos son:

  • Formarse una clara imagen mental del resultado
  • Someterse a sí mismo a presiones positivas
  • Nunca te marques una meta sin un plazo y pasar tus compromisos a papel
  • Aplicar “la regla mágica del 21”
    • Para crear un hábito se necesitan 21 días
  • Debes disfrutar del proceso

Debemos encontrar coraje.  Este “nos da el autocontrol para perseverar allí donde otros desfallecen…” nos dice Julián.  Esa valentía, ese coraje por lograr nuestros sueños es lo que determinará la satisfacción que sentimos al haber logrado lo propuesto.  Debemos arriesgarnos, salir de nuestra zona de comfort.
 
Y es ahí donde me voy identificando más con las palabras de Julián.  Por situaciones en mi trabajo actual, me han impulsado a seguir con mi certificación de maestro y solicitar en diferentes escuelas, teniendo par de entrevistas.  SIn esa presión, no hubiera salido de la “comodidad” en la que me encontraba para poder ir en busca de lo que me hace verdaderamente feliz y me llena.

Otra de las cosas que me ha funcionado es “enfriar la sofisticada máquina de la mente”.  Sacar ese tiempo para uno y dedicarlo a reflexionar.  Estar en silencio y redescubrirnos.  Tal como lo hice por casi dos meses.  A veces es necesario desligarnos por un momento de las cosas que nos alteran para reenfocar nuestro camino y seguir adelante.

Es por eso que debemos saber y buscar invertir tiempo en nosotros, buscar elevar nuestro conocimiento, mente, cuerpo, espíritu, es cuando empezarás a sentir que estás tomando el guíe y el mando de tu via.  Así lograras vivir sin importar las cosas que te atrasaban.

Soy creyente de que las palabras tienen poder.  Y Julián habla de ello.  Sean escritas o habladas, las palabras son muy poderosas.  Es por eso que si lo que le dices a los demás es importante, lo que te dices a ti es más importante aún.  Esto me lleva a recordar un documental llamado “ What The Bleep Do We Know” donde en cierta arte habla sobre el poder del pensamiento, lo que decimos y pensamos de nosotros mismos nos afecta, no solo emocional o internamente, también física y a nivel celular.  Esto lo prueban con diferentes tipos de emociones proyectadas al agua y cuando se congela, forman cristales diferentes, dependiendo del tipo de emoción aplicada.  Es una teoría bastante interesante que les hará cambiar un poco la forma en que se ven y se tratan a diario.

Una de las ideas que da Julián es usar “mantras”.  Afirmaciones u oraciones positivas para reafirmar y darnos el poder para cumplir nuestras metas y crecer.  Es por eso que “quién controla su mente, controla su vida.  Cuando alcanzas la fase de controlar tu vida, te conviertes en dueño y señor de tu destino.”  Eres tú quien tiene el poder de cambiar, no ninguna otra persona.  “Pequeñas victorias conducen a grandes victorias.  Para alcanzar lo grande, debes reforzar antes lo pequeño”.

Hay que saber, también, la importancia del tiempo, pues “dominar el tiempo es dominar la vida”.  El hecho de comprender esto te hace consciente del enorme potencial del ser humano.  Y Julián lo comparte, según aprendido por aquellos monjes sabios, pues el tiempo es igual para todo el mundo, sin importar clase social o de que parte del mundo seas.

Hay que saber en que utilizarlo, pues no todo merece que le dediquemos algo que nunca más volverá.  Debe ser tratado como oro, como el mayor tesoro que tenemos, pues una vez utilizado ya no volverás.  Por es debemos enfocarnos en lo que verdaderamente importa y abandonar el malgastar el tiempo en cosas vanales y sin sentido.  “El mejor momento para plantar un árbol fue hace cuarenta años. El segundo mejor momento es hoy”.  Hay que vivir cada día como si fuera el último.

Una de las enseñanzas más grande que podemos llevarnos de este libro es buscar el sentido de nuestra vida en esta tierra, en este momento.  Descubrir para qué estamos aquí y cuál es la misión  de nuestra vida y cómo podemos impactar positivamente la de los demás, mientras hacemos crecer la nuestra.  Es cuando encuentras ese propósito y enfoques tu mente a eso, es cuando encontrarás la felicidad o ese estado de “nirvana” o “cielo en la tierra”.

Julián nos invita a meditar sobre nuestra verdadera vocación en este mundo donde la gente vive por vivir.  Nos invita a un cambio de mente para poder alcanzar una plenitud verdadera y ser mejores seres humanos en esta existencia.  Pues debemos vivir en el aquí y ahora, no en el pasado, que ya no tiene remedio, ni en el futuro que es incierto.

Siempre me ha gustado un dicho y me pareció fascinante haberlo encontrado también en este libro.  Como menciona Julián “...la auténtica clave a recordar es que la felicidad es un viaje, no un destino”.  Como dice la frase que hace muchos años atrás leí y no recuerdo donde: “La felicidad es una forma de navegar, no un puerto a donde llegar”.  Es por eso que debemos buscar lo que verdaderamente nos alegre el alma y forje como mejores seres humanos.  Disfrutar del camino y así nos será más beneficioso una vez llegado a nuestro destino.




Carlos Julián Rodríguez Muñoz
2/13/18
11:04 p.m.

Comentarios

  1. 4 años después de que publicaras esto... Déjame decirte que abarcaste toda mi atención, te felicito, gran trabajo, pocas personas tienen la valentía de exponerse de esa forma y hacer arte.

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  2. He leído un par de tus blogs, han sido de GRAN compañía y apredizaje en este momento que mi alma por el momento se siente rota. No sé si aún escribas o si vayas a leer esto, me gustaría pensar que SÍ. GRACIAS, por favor hazme saber si leíste mi mensaje tus palabras han sido un faro para mí en esta etapa de oscuridad que nadie parece comprender...

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