Este 14 de febrero somos muchos los que lo pasaremos solos. Pero lo podemos ver por el lado jocoso: No tendremos la obligación de regalar chocolates y flores o una cena en el restaurante más “high class” para impresionar a nuestra. Lo único, que tal vez y no necesariamente, es tener un detalle con aquellas amistades cercanas. Una tarjeta, quizás, que diga algo sobre amigos, o algo muy general.
No es que esté en contra de ese día especial para todos. ¿Pero es necesario demostrar nuestros sentimientos de “amor y amistad” en un solo día? Abarrotar cada restaurante, salir a comprar ese detalle a último minuto porque “se nos olvidó” o lo dejaron para última hora. La comercialización del día (o medio mes) que es lo mismo que sucede con todos los días festivos.
Desde mi punto de vista, es costumbrismo. Pues se dice que para eso del siglo III había un sacerdote en Roma que casaba a los jóvenes enamorados en secreto. O por lo menos eso dice el internet. Pero también cuenta la leyenda que vino a comercializarse entre el siglo XIX y XX. Otra vez, lo dice el internet, no yo.
Pero volviendo al tema principal y no enredarnos en la historia de como nació y ha llegado hasta el día de hoy. Volvamos a lo que estábamos; a pasar el día de San Valentín solos. Es el día donde muchos se deprimen por no tener con quien compartirlo. No poder estar con una persona que los haga sentir especial. ¿Y es necesario tener a alguien para sentirnos especiales? Que nos regale algo que “signifique” cuan grande es su amor por nosotros, o viceversa.
¿Es necesario eso? ¿Vale la pena encerrarnos y llorar hasta el cansancio en un día “especial”? Querido lector (o lectora) es más importante el amor que sentimos hacia nosotros mismos. Tomarlo por como es, una costumbre creada para vender más como lo es el día de navidad. Puedes regalarte, como todos los días, un detalle para ti, sin esperar nada de nadie. Comprarte una caja de chocolates, el que más te guste, y deleitarte comiéndolos en la comodidad de tu casa. Como dije, no estoy en contra de los que celebran este día, pues en algún momento lo he celebrado junto a parejas o amigos.
Es, como se me han convertido la mayoría de los días de fiesta, un día más en el calendario. Tampoco un cascarrabias, gruñón o un malhumorado. Es simplemente la versión que yo, como el espectador, lo veo y/o lo interpreto. Puede ser que sea porque no tengo pareja o mi círculo de amistades se ha reducido que he perdido el interés y lo vea de la forma distinta a los demás.
Pasaré como muchos otros, trabajando. Pues parece que la mayoría de los de mi trabajo pidieron el día para pasarlo con sus parejas, o tal vez no quieren ver a otras parejas y me toca a mi recomendarles sitios donde comer, cuando saben que todo estará lleno.
La felicidad no depende de otra persona. Lo que pueda o deje de darte. No es solo dar o demostrar en ese único día. Es tomar un momento de cada día (o semana si quieren) y demostrarlo con acciones. Es más, demostrarnos a nosotros mismos que tenemos amor propio. Que quien verdaderamente a quien tienes que amar es a ti antes de poder dar amor y demostrarle que amas a todo el mundo. Amor propio, señoras y señores que me leen, amor propio.
Carlos Julián
11 de febrero de 2020
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