A veces el amor propio también se agota. Se agota al igual que el amor que podemos sentir hacia algo o alguien. No debería suceder, pero pasa. Es ese momento donde nos miramos en el espejo y vemos a la peor persona del mundo. Cuando comenzamos a creer en todas las cosas malas que nos han dicho de nosotros mismos. Cuando empezamos a sentir que no valemos nada, que todo lo que hacemos es en vano y que no importa cuánto nos esforcemos, seremos esa persona mediocre que vemos en el reflejo.
Debería ser diferente, ¿verdad? El amor propio debería ser inagotable, una fuente que emana ese sentimiento de autosatisfacción que nunca se acaba y nos ayuda a ver en medio de las tinieblas. ¿Pero qué pasa cuando se está agotando o se agotó? Fácil, “debemos pensar en lo bueno que tiene la vida”, “en todas las cosas buenas y hasta donde hemos llegado”, en fin, todo ese discurso para que busques “dentro de ti” algo que ya no existe.
Es ese momento donde comenzamos a buscar personas, cosas o situaciones que nos ayudan a llenar el vacío. Buscamos de alguna forma recargar ese “tanque de amor propio”. Y no está mal. No debería verse mal el hecho que busques apoyo moral o sentimental para poder recargar tus energías. Volver a “cargar esa batería” del amor propio. Pero debemos buscar en sitios y personas correctas… O eso pensamos.
Si, yo sé, ahora vendrán a decirme “pero Carlos, eso tiene que venir dentro de ti. Nadie puede hacerlo por ti. No te pueden dar lo que no tienes. Atraes lo que eres”. Pero ¿cómo vas a atraer algo que ya no tienes? Entonces eso de “damos de nosotros a los demás” es mentira. El dar un abrazo, una palmada para “recargar a la otra persona” es una falsa y estaría anulando el concepto de que “con nuestra energía cargamos a los demás.” Es entonces que pienso, ¿será que solo funciona para dar y no para recibir? Pero de nuevo, se contradice, pues me estás diciendo que no puedo recargarme de amor pero si puedo darlo… -1 + 1 = 0. Estando claros en esta base, no podemos dar ni recibir algo que no tenemos o falta.
Por suerte no funciona así. Cada halago, abrazo, palmada, palabra de aliento va “alimentando” o “recargando” esa “batería de amor propio”. ¿O cómo crees que te levantas y haces lo que haces diariamente? ¿Por qué utilizamos los refuerzos positivos a niños y adultos para recompensar lo que se hace bien y darles una mejor autoestima y seguir incentivando el buen desempeño en todas las áreas?
Es necesario volver a esa raíz. El buscar llenar esa cajita no está mal. El amor propio se acaba y dejas de verte y comienzas a ver una imagen distorsionada de lo que eres. ¿O me dirás que cuando la batería de tu carro muere, la dejas allí porque ella misma tiene que cargarse? Bueno, mientras el carro corre, ella se recarga, cierto. ¿No llega un punto en el que tienes que reemplazarla? Pues así funciona eso que llamamos amor propio. Por más veces que nos digamos a nosotros mismos que somos buenos y valemos mucho, llegamos al momento donde no damos para más y debemos cambiar lo que hay dentro de nosotros. Sacar lo que no sirve y llenarlo con algo que sí. Podemos recargarlo varias veces nosotros mismos, con nuestras acciones. Pero llega un punto en el que alguien lo hace por nosotros y no está mal.
La situación se complica cuando no podemos distinguir o discernir en qué, quién y como recargamos. Es donde comienzan los vicios, los usos y abusos ( y no hablo solo de substancias), las acciones que hacemos que en vez de hacernos bien, nos destruye. E estado ahí. Claro que sí. Soy un mortal como todos. Río, sufro, lloro. Cometo errores y trato de aprender de ellos. Busco la manera de mejorarme en cada aspecto aunque algunas veces falle y tenga que volver a empezar. Cada día hago una lista de los 4 acuerdos y trato de seguirlos. Unos más que otros, pero es parte de esta experiencia humana.
Es por eso que no debemos permitir que el positivismo tóxico o el hecho de que nos digan que somos nosotros quienes creamos nuestras situaciones actuales ( y no me malinterpreten, somos casi el 99% responsables) y nadie puede ser capaz de darnos o llenarnos. Sea un amigo, tu pareja, tus papás, hermanos, hijos o hasta algún desconocido que pase por la calle y te regale una sonrisa, diga alguna palabra y te llene de esa esperanza, esa ilusión de que todo estará bien y no que solo puedas utilizar tu mente para mejorarte. Hasta las placas solares necesitan del brillo del sol para poder recoger energía.
Sí, debemos mantener y tratar de pensar positivamente y lograr mantener un balance. Pero de eso se trata, de balance. Hay que permitirnos estar tristes algunas veces y dejar que otras personas nos alivien las penas o al menos intenten. No es que saldrás ahora a la calle a buscar al primero que te hable bonito y te diga que tienes una mirada linda y profunda. Que le gusta como pronuncias unas palabras o que “eres todo lo que siempre había esperado”.
Carlos J.
8/16/2022
Ufff totalmente de acuerdo, hijo!!! Por más q intentemos de ser autosuficientes no, no lo somos y muchas (la gran mayoría) d las veces necesitamos d una mano para q alguien más nos levanté o nos saque de ese lugar tan oscuro. He estado ahí, y el positivismo, el eres lo q atraes, etc. No siempre es real, no siempre funciona. A veces necesitamos d alguien más para q nos saque d ese lugar d oscuridad! Sigo sintiéndome orgullosa d ti!!!!
ResponderEliminar