Algunas veces no somos conscientes del impacto
que tenemos en las otras personas con nuestras acciones o palabras. No medimos el daño que podemos provocar en
alguien. No sabemos lo que sucede en la
cabeza de esa persona y si con una palabra o gesto podemos destruirla o
salvarla.
Nos llegan personas que de alguna
forma u otra necesitan ser escuchadas.
Tienen algo que decir y tal vez, tenemos algo que aprender de ellas si
aprendemos a escuchar. Nunca sabemos las
guerras y batallas que una persona pueda estar librando en su mente para
mantenerse a flote. Cuanto le puede
estar costando el hecho de poner una sonrisa ante el mundo cuando sienten que
por dentro se están desbaratando. Que entreguen
al mundo su gentileza, amabilidad y bondad y reciban solo desprecio y ese
sentimiento de hacerlos sentir menos.
Desde que emprendí el camino
espiritual por el que ando, e notado muchos cambios, y aunque siempre las
personas suelen abrirse conmigo y contarme cosas de las que casi nunca les
pregunto. En esta etapa, estos últimos siete
meses me e dado cuenta de que las personas se abren y tienden a decirme lo que
les sucede. De alguna forma ven cierta
afinidad y logran soltar eso que tal vez con otra persona no pueden hablar o no
les interesa lo que ellos tienen que decir.
Ven algo genuino que ni yo mismo entiendo muchas veces y no sé.
Les contaré esta historia, que a
pesar de que varias veces ya me a sucedido, ésta me tocó de cierta manera
porque a veces simplemente estamos tan enfuscados en nuestras propias cosas que
se nos olvida la persona que está frente a nosotros, y más cuando trabajas en
servicio al cliente. Llega un punto que
nos desensibilizamos y olvidamos que los demás tienen sentimientos ya sea
porque estamos cansados y agotados. No
queremos saber de los problemas de los demás porque ya tenemos suficiente con
los de nosotros. ¿Para qué prestarle atención
a la queja de un extraño si no me afecta en nada? Que vaya a otro lado. A mi solo me pagan para hacer boletos y
entregar regalos, no para escuchar el trauma o ser consejero.
Pues salgo de mi escritorio un
momento. Soy, usualmente el último en
irse del escritorio en esa localidad.
Como me queda un solo huésped por atender y en esa oficina siempre se
tardan, tomo mi tiempo, voy al baño, reviso mis redes sociales, paseo al perro
del vecino y me sirvo una taza de té.
Mentira, no paseo perros. Uno de
los agentes me dice: “Carlos, la señora está lista para su regalo. Está esperando por ti.” Y yo voy a mi puesto y la atiendo, con cara
de cansado, pero con una sonrisa ya que es mi último regalo por entregar y me
puedo ir a mi casa. Pues no.
Empiezo a acomodar el regalo,
explicarle lo que contiene y pasarle la hoja que tiene que firmar para poder entregárselo
y poder terminar con mi día y cuando va a filmar se detiene y me dice: “Lo
siento, no puedo filmar esto todavía. No
quiero ser esa persona que siempre se queja y supongo que ya debes estar
cansado y te quieres ir y dirás que este no es tu problema, pero necesito desahogarme.” En ese momento dije… “Ay no… Ahora me va a gritar…”
Empieza a explicarme que se sintió
incómoda durante la presentación que acababa de terminar. Que no sabía si una de las personas que la atendió
era racista, no le agradaba por ser mujer o alguna otra razón para que sintiera
que la trataba con algún tipo de desprecio o desdén. Por lo que pude apreciar al principio, ella no
podía pasar más de los 40 años, no parecía ser una persona violenta o que le
estuviera faltando el respeto a nadie.
Hablaba en un tono suave y podía notar en su voz la frustración y cierto
tipo de dolor por lo que había sucedido.
La impotencia de estar en un sitio desconocido, sintiéndose atacada por
unas personas que ni conoce y solo querían sacar un provecho de ella.
La conversación continúa: “¿Por qué
tienen que fingir que les agrado para conseguir algo de mí? Si no te agrado, no te caigo bien por alguna razón,
no tienes que venir con una sonrisa falsa donde mí. No lo entiendo. ¿Por qué me tienes que venir a tratar de
hacerte amigo mío si tus intenciones no son sinceras y solo quieres hacerlo
para obtener mi dinero? Para que te
compre. Y luego que digo que no, cambias
completamente y me dices ‘eso es entonces lo que puedes hacer’. No lo entiendo, me molesta y me hace sentir
mal. La gente anda por el mundo
destruyendo a la gente. Por eso es que
vemos tanta maldad. Tanta gente caminando,
tantos crímenes, solo porque solo piensan en ellos y sus beneficios. No saben de gentileza.”
En este punto ya había dejado de
hacer todo lo que estaba haciendo y seguía prestándole atención y le pedí
disculpas por la mala experiencia que había tenido con uno de los
representantes en el tiempo que estuvo en el edificio. Que no debería ser así y que ella tiene
razón. Mientras le digo eso ella me mira
y sigue hablándome: “Yo sé que no es tu problema y debes estar diciendo ‘yo
solo necesito que firmes y te vayas para poderme ir.’ Y lo entiendo”. Le digo que no, que tengo el tiempo para
escucharla, ya no quedan huéspedes y que la puedo escuchar.
Y continúa: “Uno no sabe lo que está
sucediendo en la mente de una persona.
No saben si están deprimidos, tuvieron una perdida, les diagnosticaron
una enfermedad, tienen cáncer, algo. ¿Y vienen
a tratar a uno de esa forma? A hacer
sentir a alguien mal simplemente porque les dijeron que no. Y cuando le digo a la siguiente persona
simplemente no le da importancia. No me
quiso escuchar y me dio una simple excusa del porqué la reacción de la persona
anterior simplemente para que me quedara callada. No debería ser así. Debemos ser mas amables y gentiles con los
demás. No, no voy a llorar, pero es que
me frustra el hecho de que me hagan sentir de esa forma y yo solo vine aquí
porque fui a una feria, giré una rueda, me gané un premio y lo usé porque
estaba a punto de expirar y vine aquí.
No me estoy quejando de mi habitación, pues es un lugar para estar,
tengo techo, y pues las facilidades son normales, pero yo pagué algo y estoy
aquí.”
“Soy enfermera y e atendido a
personas con una buena situación económica tanto como a personas sin nada. Un cáncer, un accidente, cualquier enfermedad
no discrimina. No es justo que esta
gente haga eso. Me deja un mal sabor el
hecho de ser tratada de esa forma y el hecho no es que no tenga la facilidad de
comprar o no. Es de que como fui
tratada, no me inspira la confianza de ser parte de algo que para obtener mi
dinero me mintieron y me hicieron sentir menos por alguna razón que no logro
entender.”
“Yo sé que este no es
tu trabajo. No tienes porque escucharme
quejarme de esto, pero te agradezco que por lo menos hayas tomado tu tiempo
para escucharme. No sabes lo mucho que
significa para mí. Saliendo de aquí iba a realizar unas llamadas porque
necesitaba soltar todo esto, pero el hecho que sacaras de tu tiempo, te
quedaras y me escucharas, significa demasiado.
Yo sé que no te pagan para ser terapista.” En lo que procedo a decirle, “no te preocupes,
nosotros los ‘concierges’ somos terapistas, agentes de viajes, agentes de
reservaciones, enfermeros, árbitros, todo lo que te puedas imaginar.” Y se
empieza a reír y sigue agradeciéndome.
Luego de que se fuera
me quedé solo en la oficina. Pensando en
cuantas veces e sido yo esa persona, la que por salir del paso ignoro la
persona que está frente a mi y se me olvida que estoy interactuando con un ser
humano que tiene un mundo interno al igual que yo. ¿Cuántas veces no e sido yo a quien le gritan
o son groseros sin saber las cosas por las que paso? Que se me puede estar desbaratando el mundo y
tratan de pisar. Se me nublaron los ojos
y cuando estuve a punto de llorar, respiré profundo y empecé a recoger y
arreglar mis papeles.
Debemos tratar a los demás
como queremos ser tratados. No significa
que vamos a dejarnos hacer sentir menos.
Debemos ser amables, gentiles, buenos, pero tampoco a dejarnos pisotear
o ser “pendejos”. Una cosa es tratar al
mundo con gentileza y otra permitir que nos humillen, y ser buenas personas no
es sinónimo a dejar que nos usen y tomen ventaja de nosotros y lo que podemos
dar.
Nos toca ser buenas
personas. Las personas que tienen un
corazón noble, son buenas por naturaleza y por más daño que les hagan y digan
que se volverán “malas” y que no harán nada a favor de nadie, tarde o temprano
vuelven a hacerlo, por que es algo que está en su ser. Brindar lo que tienen dentro, ser capaces de
dar sin esperar nada a cambio, tal vez un gracias o una sonrisa. Personas que van por la vida compartiendo lo
que tienen y a veces hasta lo que no tienen para crear un mundo mejor, su
mundo. Es aquí que vemos la acción de lo
que das lo recibes. Muchas veces damos lo
mejor de nosotros y recibimos solo desprecio, dolor y desagradecimiento. Pero otras veces más, podemos ver que
nuestros actos, buenos, de bondad y desinteresados rinden frutos y es lo que
nos llena e impulsa a continuar con nuestra misión de vida.
Antes de despedirse
mis palabras fueron… “Algunas veces solo necesitamos que alguien nos escuche.” Y han sido las palabras que han retumbado en
mi cabeza desde las 4:32 p.m. del 26 de octubre del 2022.
Carlos Julián Rodríguez Muñoz
10/27/2022
Sigues siendo mi escritor favorito. Adoro y admiro leerte, en lo q t has convertido. Cuánto has crecido!!! Te adoro con mi vida y nunca dejes de ser
ResponderEliminarQue belleza . Namaste
ResponderEliminar