Hace años atrás te hubiera dicho que jamás de los jamases me iniciaría en una religión o tradición fuera de lo que ya conocía. Nunca podría haberme imaginado vistiendo todos los días de blanco, con collares y otras cosas más. En mi vida se me había pasado por la cabeza que sería un “Iyawo” algún día. Pero las cosas pasan por alguna razón y el destino nos lleva a donde finalmente debemos estar, ¿o me equivoco? Siempre tuve una idea errada de lo que era la “Santería” o como se debe decir correctamente “Regla de Osha”. Tal vez por conceptos y preceptos equivocados de lo que las demás personas hablan y uno se le queda grabado. Por no darse a la tarea de educarse primero y aceptar por cierto que “eso es malo” o que “esa gente es tan primitiva”. Poco uno sabe si no se educa y vive el proceso. Lo que decidí hacer al empezar a escuchar a santeros mayores hablar y hasta en mi primera vez en un “güiro”. Una vez te adentras, abres los ojos a una nueva realidad donde comienzan los cambios
¿Qué sucede cuando estás cansado de esperar por el destino? ¿Que llegue la otra persona que está al otro lado del hilo rojo? ¿Cuando estás dispuesto a coger una tijera y cortarlo? ¿Es posible llegar a tal punto de aborrecer la idea de que en algún lugar está esa persona o que simplemente naciste sin ese afamado hilo? Es mi creencia de que cada uno está conectado con un hilo rojo a otra persona. Que no importa donde, ni cuando, siempre estarán conectados. Que no solo es un hilo rojo. Son varios. Te conectan con familiares, amigos, amores. Vivimos conectados a cada persona y por eso podemos explicar porque las conexiones y siempre terminamos gravitando alrededor de las mismas personas, aun cuando desaparecen por mucho tiempo y se vuelven a encontrar. Pero ¿qué pasa cuando ya estás cansado de esperar? Es posible que nunca llegue la persona al otro lado de ese hilo? ¿Qué tal si… lo corto? Pues supuestamente no es posible. Por más que se enrede el hilo, por más vueltas que de, es