Todos nos alaban nuestro lado amable, afable, amigable. ¿Pero que tal del lado que nadie ve o que solo ven cuando no estamos de buen humor? Ese lado lleno de oscuridad, de dolor, de depresión, de ira, de rabia, de remordimientos, de traumas… Que pena que ese lado nunca podemos demostrarlo por miedo a parecer malas personas, incoherentes incluso incomprensibles.
Estar rodeados de todo lo que nos llena pero sentirnos solos. Sentirnos alejados de toda realidad que simplemente queremos estar solos, solos con nosotros mismos. Estar alrededor de personas y a la misma vez estar con nadie. Nada ni nadie nos llena un vacío que llevamos por dentro tal vez desde hace años y solo fingimos una sonrisa para evitar las preguntas inoportunas e incómodas.
¿Qué tiene de malo entonces retirarse y mostrar un lado oscuro que todos tenemos? Retirarnos un momento, sufrir en silencio, sin que nadie nos juzgue. Sin que nadie minimice nuestros sentimientos como suelen hacer… “¿Pero por qué te sientes así? ¿no hay razón? ¡Se feliz! ¡Mira que bonito está el día!
La gente debería ser más empática y entender que todos pasamos por procesos. Que nuestros sufrimientos no son comparables. Que lo que te duele y es importante para ti, tal vez no lo sea para mi, pero por empatía puedo comprender que para ti ese dolor es importante.
Todos en algún momento exploramos nuestro lado oscuro. Nos adentramos a lo más profundo de nuestra mente y sentimientos. Ese rincón donde guardamos nuestros temores, pesadillas y miedo y de vez en cuando los dejamos salir. No es la parte más bonita de nuestro ser, pero al fin y al cabo es lo que nos hace completos. No somos luz sin claridad. Si no hay oscuridad, ¿cómo brillaremos?
Este momento de penumbra, donde nos abraza la sombra de la melancolía y la tristeza, es cuando nos retiramos y pensamos en todas las cosas. Casi nunca son las cosas más bonitas. Pero son cosas que poco a poco nos han hecho y fortalecido para ser quienes somos. Esas experiencias van creando una coraza para enfrentarnos al mundo y en miles de ocasiones fingir una sonrisa para seguir nuestro camino y al llegar a casa quitarnos la careta y derrumbarnos porque no podemos más. Pero nadie pareciera entender eso.
Como dice una canción que siempre me llega al alma:
“...Y cae la nieve como cae el mundo
Y sé que nadie entiende el frío extremo que siento
Y recordé, y recordé
que todo este coraje no es nieve…”
El problema de las personas es que piensan que uno se hace la víctima, y es sencillamente que han sido condicionadas a denigrar el dolor ajeno, minimizarlo y desecharlo como si no fuera nada. Pero cuando para esa persona puede estar derrumbándose el mundo y nadie se da cuenta. Nadie comprende su sufrimiento, su tormenta interna, los deseos de desaparecer, de salir corriendo y no volver nunca más. Dejarlo todo y comenzar de nuevo, lejos, donde nadie lo conozca. Donde no tenga que dar alguna explicación. Vamos… solo 2 opciones, ser raptado por extraterrestres o desaparecer de este plano terrenal.
El punto es explorar, meditar sobre la soledad que nos rodea. Abrazar ese lado oscuro que es parte de nuestro ser. Ver que no porque sea oscuro es negativo. Pues todo en la naturaleza es dual. Luz y oscuridad. Y así es nuestra vida, se compone de ambas cosas. Y es nuestro deber sentarnos y analizarnos. No importa lo que las demás personas digan o hagan. Al final del día ellas no están en nuestros zapatos, no están caminando nuestro sendero. Y por más solitario que sea, sigue siendo nuestro y en algún momento encontraremos esa luz.
Karyos
5/12/2021
Comentarios
Publicar un comentario